Lydia LN
La maravillosa precariedad del trabajo conforma la realidad del panorama actual en España.
Los jóvenes ya no sabemos por dónde empezar, no sabemos si elegir los estudios por vocación, por las salidas profesionales, por la oposición que se viene con el tiempo… son todo palabras que se evaporan como los “ya te llamaremos” después de una entrevista.
Con esto no se pretende quitar importancia al hecho de
tener una base, unos estudios que te van a dar muchas más cosas que un papel colgado en la pared.
La cultura, las experiencias, la gente que conoces por el camino hacen que ir a la universidad merezca mucho la pena pero…
¿garantizar un buen puesto gracias a ello?
Venga hombre, a quién queremos engañar. Al menos no aquí, al menos no ahora. Quizá solo es nuestra generación la que se siente frustrada.
Parece que el mundo digital, las apariencias y su postureo correspondiente se
encargan de camuflar la ley del máximo esfuerzo, esa ley de la que no oímos mucho hablar pero que está ahí, en alguna parte.
Señores, hay que entender que la gente válida merece un trabajo a su altura porque ser joven no quiere decir ser un inútil. Quizá la experiencia es un grado pero las ganas e iniciativa mueven montañas.
La ilusión de empezar proyectos, de descubrir nuevas vías de desarrollo y de nutrirse de otros, de asumir retos con futuro… son atributos que se obvian, que nunca se valoran.
Algún día quiero creer que eso cambiará, chavales vosotros podéis con todo, sois torpes e inexpertos pero con mucho potencial por explotar, que no es lo mismo que dejar que nos exploten con las milongas que nos venden en Infojobs y aplicaciones varias que lo único que hacen es que tu frustración aumente y tu ánimo baje porque descartan tu candidatura hasta para un puesto de risa.
Quizá si no hablamos en plata no se nos escucha, tienen que ver que tenemos límites y que nuestras carencias no se van a cubrir si no nos hacen un hueco.
Personalmente, mis prácticas del grado fueron pésimas, hacía el trabajo basura,cosas simples para quitarme de en medio y tenerme horas ocupada haciendo cualquier chorrada…
Sin embargo, hoy por hoy, desempeño mi trabajo en una empresa en la que se me quiere enseñar, en la que hay gente que se presta a ayudar, a hacerte un poquito mejor cada día, sin malas caras y con buenas intenciones.
Es difícil encontrar gente así en casi todos los ámbitos de la vida, gente que disfruta viendo como creces profesional y personalmente, gente que se alegra del éxito ajeno.
A veces me cuestiono si eso de la envidia sana it’s true o solo es una forma de maquillar las malas vibras que se generan dentro de algunas personas, porque sí, hay gente mala en el mundo y cuánto más lejos estén mejor.
Gracias a ser consciente de esto, una se hace más avispada y es capaz de valorar muy mucho a ese grupo reducido de individuos que te hace la vida más fácil y más feliz.
Somos de quien nos cuida y sobre todo, somos de nosotros mismos. Como las
plantas necesitamos ciertas cosas para sobrevivir, algunas las absorbemos de los demás y otras las fabricamos, la paz mental no viene sola, hay que atraerla con buenos hábitos y cultivando tu mente cada día.
Ya sea leyendo, escuchando música, bailando, pintando mándalas, da igual cómo.
El arte es una de las vías de escape más efectiva que conozco y una cosa os digo, aunque cantéis de pena, hacerlo si eso os hace disfrutar, si os gusta cocinar pero no sois precisamente un Arguiñano ¿qué importa?
La llamita interior tiene que estar siempre viva y no tenemos que esperar a que alguien llegue con una cerilla a iluminarnos. La respuesta siempre está en uno mismo, así que riega tu alma con aquello que te haga brillar y verás que todo es más sencillo de lo que pensabas.
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